CONCEPTO
El rendimiento del procesador puede ser medido de distintas
maneras, hasta hace pocos años se creía que la frecuencia de reloj era una medida precisa,
pero ese mito, conocido como «mito de los megahertzios» se ha visto
desvirtuado por el hecho de que los procesadores no han requerido frecuencias
más altas para aumentar su potencia de cómputo.
Durante los últimos años esa frecuencia se ha mantenido en
el rango de los 1,5 GHz
a 4 GHz, dando como
resultado procesadores con capacidades de proceso mayores comparados con los
primeros que alcanzaron esos valores. Además la tendencia es a incorporar más
núcleos dentro de un mismo encapsulado para aumentar el rendimiento por medio
de una computación paralela, de manera que la velocidad de reloj es un
indicador menos fiable aún. De todas maneras, una forma fiable de medir la
potencia de un procesador es mediante la obtención de las Instrucciones por ciclo
Medir el rendimiento con la frecuencia es válido únicamente
entre procesadores con arquitecturas muy similares o iguales, de manera que su
funcionamiento interno sea el mismo: en ese caso la frecuencia es un índice de
comparación válido. Dentro de una familia de procesadores es común encontrar
distintas opciones en cuanto a frecuencias de reloj, debido a que no todos los
chip de silicio tienen los mismos límites de funcionamiento: son probados a
distintas frecuencias, hasta que muestran signos de inestabilidad, entonces se
clasifican de acuerdo al resultado de las pruebas.
Esto se podría reducir en que los procesadores son
fabricados por lotes con diferentes estructuras internas atendiendo a gamas y
extras como podría ser una memoria caché de diferente tamaño, aunque no siempre
es así y las gamas altas difieren muchísimo más de las bajas que simplemente de
su memoria caché. Después de obtener los lotes según su gama, se someten a
procesos en un banco de pruebas, y según su soporte a las temperaturas o que
vaya mostrando signos de inestabilidad, se le adjudica una frecuencia, con la
que vendrá programado de serie, pero con prácticas de overclock se
le puede incrementar
La capacidad de un procesador depende fuertemente de los
componentes restantes del sistema, sobre todo del chipset, de la memoria RAM y
del software. Pero obviando esas características puede tenerse una medida
aproximada del rendimiento de un procesador por medio de indicadores como la
cantidad de operaciones de coma flotante por unidad de tiempo FLOPS, o la cantidad
de instrucciones por unidad de tiempo MIPS. Una medida exacta
del rendimiento de un procesador o de un sistema, es muy complicada debido a
los múltiples factores involucrados en la computación de un problema, por lo
general las pruebas no son concluyentes entre sistemas de la misma generación.
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